Vol. 1 Núm. 4 (2022)

En el país nos encontramos en una declinación de la pandemia de COVID-19, pero además fuimos afectados tanto por la desinformación como por las ideas tendenciosas y conspirativas que han afectado a la Salud Pública y la Educación Sanitaria. Es sabido que la desinformación no solo afecta a los países en vías de desarrollo como el nuestro, se encuentra también en las esferas educativas y sanitarias de países ricos y desarrollados. El conocimiento científico se caracteriza por ser objetivo, crítico, selectivo, racional, metódico, sistemático, problemático, reproducible, falible, pero perfectible; no basta tenerlo si es que no se debe democratizar y difundir de manera sencilla, clara, didáctica y convincente, hacia las poblaciones específicas a través de medios de comunicación dispuestas a ceder espacios necesarios en horarios de gran sintonía, medios informáticos con apertura al conocimiento, gobiernos nacionales y regionales que promuevan la educación sanitaria, y poblaciones vulnerables accesibles y sensibilizadas. Peter Drucker (1993) decía que el conocimiento, por encima del capital o la mano de obra, es el único recurso económico con sentido en la Sociedad de Conocimiento y Peter Senge (1990) advertía que muchas organizaciones no podrían funcionar como organizaciones de conocimiento porque no podían aprender (learning disabilties). En la Gestión del Conocimiento, los médicos estamos llamados a ser activos agentes sociales de cambio que permitan no solo empoderarnos de los saberes, sino también compartir no solo al paciente, sino también a su medio familiar y social de forma sencilla, clara y precisa, sin generar dudas, la información sanitaria asertiva y necesaria. En esa misión nos vemos envueltos. ¡Adelante! Asociación de Médicos Egresados de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional de Cajamarca – AME – UNC.
Publicado: 2022-10-31